viernes, 3 de diciembre de 2010

Cómo han cambiado las cosas en tan sólo 142 años

En El Museo Universal, revista semanal editada en Madrid, España, No. 45, del 8 de noviembre de 1868, encontré esta nota, titulada "Origen y uso del tabaco y del opio", escrita por Salvador Constanzo, de la cual transcribo una parte, porque me parece ahora como si fuese parte de una novela romántica pero que nos muestra cómo han cambiado las cosas en sólo 142 años.

Espero que la disfruten…

Origen y uso del tabaco y del opio

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/hist/05817393366069573132268/204274_002.pdf

"Noel en su Diccionario de los orígenes, las invenciones y los descubrimientos, hablando del tabaco, se expresa en esta forma: «Dícese que los antiguos galos y germanos tenían un equivalente al tabaco, y se afirma que, pulverizando el cáñamo, lo ponían sobre piedras enrojecidas por el fuego. El humo que desprendía el cáñamo les embriagaba, cusándoles languidez ó desmayos suaves y placenteros. Los druidas, que eran sus sacerdotes, usaban esta especie de narcótico delante de sus ídolos, Teutates ó Irminsul.»

Considerado el tabaco como un narcótico, tiene también un equivalente con el opio. Con efecto, muchos pueblos del Asia, y con especialidad los de la India, fuman largas pipas de opio en vez de tabaco. Los dos sirven de fármaco en muchos casos; pero se diferencian sobre manera. El tabaco tiene virtudes específicas, que no son propias del ópio; y este último tiene un fondo venenoso y mortífero, que lo distingue del tabaco.

Tissol en su precioso libro: De las enfermedades de los hombres de letras, cree que el uso del tabaco en polvo, y el de los cigarros, daña la salud, altera la digestión y debilita la memoria. El licenciado don Antonio Lavedan en su libro titulado: De los usos, abusos, propiedades y virtudes del tabaco, café, te y chocolate, opina de distinto modo, y cree que el uso del tabaco es saludable. Si es cierto lo que afirma Tissol, los perjuicios causados por el tabaco no son ni rápidos ni frecuentes, porque personas que toman polvo y no han dejado nunca de fumar, están recios y fuertes, sin alteración en su físico, y dotados de mucha memoria. Pero sea como fuere, es indudable, que hoy el tabaco se ha convertido casi en un artículo de primera necesidad, y que los gobiernos han querido esplotar este ramo de riqueza, declarándole renta estancada. Desplomada hoy la antigua dinastía, parece que los españoles disfrutarán también del beneficio de fumar y tomar polvo, gastando menos por el desestanco del tabaco.

Volviendo á nuestra tarea, despues de esta breve disgresion, no queremos pasar por alto que el tabaco ha tenido una gran variedad de nombres. Introducido en Europa y propagado su uso por los años 1560 se le dieron en un principio los nombres de nicotiana, yerba del gran prior y yerba de la reina. Hé aquí su origen y etimología. Nicot, embajador de Francia en Portugal, habiendo recibido el primer tabaco de un mercante flamenco, lo presentó, apenas llegado á Lisboa, al gran prior, y luego á su soberana, Catalina de los Médicis, y el tabaco tomó estos tres distintos nombres. Mas adelante se le llamó yerba de Saint-Croix, y yerba de Torna-Buona, nombres entrambos de los dos purpurados que le introdujeron y recomendaron su uso en Italia.

En las Indias Occidentales, y particularmente en el Brasil y en la Florida, se le daba el nombre de petum, que todavía se conserva; pero los españoles le dieron el de tabaco, porque vieron por primera vez esta planta en Tabago, una de las pequeñas Antillas, y de esta isla la llevó a Inglaterra en 1585 Francisco Drake.

El tabaco ha tenido sus opositores y sus panegiristas: Amurat IV, emperador de los turcos, el zar Miguel Federowitz, abuelo de Pedro el Grande, y uno de los reyes de Persia, prohibieron á sus súbditos el uso del tabaco, imponiendo la última pena á los contraventores, ó la de cortarles la nariz. Jacobo Stuart, rey de Inglaterra, y Simon Panlli, escribieron un tratado sobre el mal uso del tabaco; y Urbano VIII publicó una bula en la cual excomulga terminantemente á los que toman polvo en las iglesias. El célebre misionero padre Labat dice en su Nuevo viaje á las islas de América, que el tabaco fue una verdadera manzana de la discordia, y que encendió una guerra muy viva entre los sabios.

Voltaire observa en su Diccionario filosófico que cuando comenzó á propagarse en Francia el uso de tomar polvo, se le consideró poco conveniente á las mujeres; y esta especie de preocupación dura todavía en nuestros países meridionales. Con efecto, el uso del tabaco parece muy ageno al bello sexo, y se permite únicamente á las mujeres muy ancianas.

Los primeros que aprendieron á fumar cigarros, fueron los pueblos indígenas y mas bárbaros del otro hemisferio; pero hoy el uso de los cigarros y de las pipas, se ha propagado en términos tan generales, que forma parte de la vida galante. En los cafés, en los teatros, en las tertulias mas concurridas, los jóvenes elegantes se presentan siempre fumando ricos habanos. En Turquía y en todas las costas de Africa, las mujeres fuman en largas pipas, muy distintas en su forma de las que usan los hombres; y en atención á que todos conocemos estas últimas, hablaré de las primeras. Las pipas á que aludo, tienen una boquilla de marfil ó hueso en la estremidad superior, y otra en la mas inferior, son muy largas y blandas, entretejidas de seda y cáñamo, y dan tres ó cuatro vueltas en derredor de grandes bolas de cristal, llenas de agua, y con un pequeño tubo, en donde se coloca la boquilla inferior de la pipa, asi que, fumando, el humo sale todo del agua. Yo vi estas pipas mujeriles, estando en Argel agregado á la legion estranjera. Las pipas ordinarias, y destinadas esclusivamente al servicio de los hombres, tienen dos ó tres varas de largo, el mango de caña sutil, adornada de cintas de color, y una borla en la estremidad superior. Esas pipas en los cafés turcos de la costa de Africa se alquilan, y en Argel, con dos sueldos franceses, que equivalen á tres cuartos y medio de nuestra moneda, podia cualquiera fumar regaladamente de las ocho de la noche, hora en que se abrian los cafés turcos, hasta las once, hora en que se cerraban.

El tabaco, dice Lavedan en la obra arriba citada, es uno de los remedios mas oportunos contra muchas enfermedades. Voy a transcribir sus mismas palabras: «El uso del tabaco en humo es un gran especifico para consumir y evacuar los materiales crasos y llemosos del pecho, y en las dificultosas respiraciones causadas de materiales gruesos, y en las toses antiguas que no se arranca nada, ni han bastado otros remedios… Tiene el tabaco en humo virtud de dar descanso al cuerpo trabajado y cansado, para el cual efecto lo usan los indios orientales y occidentales que trabajan mucho.»

En las grandes aflicciones y en los insómnios, un polvo de tabaco de Kentuky, consuela y reanima el espiritu. Despues de haber pasado largas horas en meditacion profunda sobre puntos árduos y muy difíciles de resolver, bien sean literarios y científicos, ó puramente políticos, un buen polvo de tabaco descarga la cabeza y aclara las ideas.

El uso del cigarro en el invierno, da calor al cuerpo, ayuda la digestion, modera el hambre, y es muy útil y saludable navegando, porque absorbe la humedad: los marinos se libran del escorbuto mascando panecillos de tabaco…”

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