martes, 29 de enero de 2013

Dos personas, dos hábitos, dos estilos


Dos técnicos mecánicos automotrices, jubilados ambos en 1999, se conocieron e hicieron amigos en una gran agencia de automóviles de Jalapa, Veracruz, donde trabajaron más de treinta años.

Domingo, el de mayor edad, fue un eléctrico que se distinguió por la calidad y honradez en el trabajo; Hugo, el mecánico, se destacó por la rapidez con que terminaba sus encargos.

Domingo también era conocido por estar pegado a la pipa casi todo el tiempo; era un extraño hábito el que tenía, pues mantenía una pipa en la boca aunque no tuviera tabaco. Él fumaba de seis a siete pipas cada día y sólo tiene pipas curvas, pues le resultaron más cómodas para fumar mientras trabajaba.

Hugo, por su parte, fumaba de dos a tres pipas por día y tenía pipas rectas y curvas.

Domingo tiene treinta y cinco pipas, todas de brezo y lisas, que fue comprando desde que empezó a fumar y hasta 1980, y Hugo, cuando tuvo más, pues regaló algunas, tuvo doce, de brezo, entre lisas, rusticadas y arenadas, que compró entre 1965 y 1975.

Ambos fueron fumadores de una mezcla de tabaco que contenía Virginia y Burley en la misma proporción, que se vendía a granel y que hace muchos años se conseguía en diversos establecimientos. Cuando fumaban tabacos distintos era porque alguien se los obsequiaba.

Algunas veces iban a San Andrés Tuxtla o Coscomatepec a comprar tabaco pues, según ellos, se trataba de un tabaco que les hacían especialmente.

Hugo, Domingo y otros compañeros de trabajo se reunían cada tercer sábado en casa de alguno de ellos. Al salir de la agencia automotriz iban a una vinatería a comprar las bebidas y bocadillos que disfrutarían, y al llegar a la casa en turno, después de servir los primeros tragos, sacaban el dominó para sentarse a jugar. Así, entre dominó, la música, la charla y los tragos, unos con sus pipas, otros con sus puros, otros con cigarrillos, y había quienes no fumaban, la reunión, que empezaba, más o menos, a las cinco de la tarde, podía terminar a las seis de la mañana del día siguiente, para irse a sus respectivas casas a dormir, si los dejaban, y a soportar la retahíla de quejas, regaños e insultos de sus esposas, y la “maldita” resaca que les daba como castigo por sus juergas.

Hugo dejó de fumar pipa en el año 2004 y falleció en el 2010. Domingo, de 80 años de edad, ya algo desgastado por los años, pero activo, vivaz y alegre como siempre ha sido, continúa fumando dos pipas todos los días: una a media mañana y otra a media tarde.

Ahora él fuma un tabaco Cavendish que compra en una afamada tienda departamental.

Domingo me ha platicado tanto de Hugo y tan poco de sí, que creo conocer más a éste que a aquél. Y me ha querido hablar de su amigo como si hubiera sido un héroe y un muy buen hombre: sencillo, alegre, magnífico padre y esposo, trabajador responsable, amigo leal, etcétera.

Pero yo sé que así mismo es Domingo y más: lector asiduo de historia, política, economía y deportes; extremadamente respetuoso de las personas y, en general, de todos los seres vivos;  gran conversador y, podría parecer extraño para su edad, curioso por aprender cosas nuevas. Por ejemplo, en el 2008 tomó un curso de computación. Aprendió a explorar la Internet, a usar el correo electrónico y comunicarse así con hijos y nietos, a utilizar el procesador de textos para anotar lo interesante que hallaba en la Internet: recetas de cocina, noticias, recomendaciones para conservar la salud y otros temas que le llamaban la atención.

Es de los pocos viejos que conozco que usan bien el teléfono celular.

Cuando se sentaba para “trabajar” con la computadora, aprovechaba para fumar la pipa, de las hermosas pipas muy curvas que él tiene y que empezó a comprar en 1954, cuando cumplió 21 años de edad.

En el 2011 dejó de usar la computadora porque su vista ya no se lo permitió; pero él, que no es de los que se dan por vencidos, tomó un curso de braille con la intención de continuar leyendo aquello que pudiera encontrar en este sistema de escritura… Poco ha podido hallar así.

Ahora se conforma con platicar, escuchar música, las noticias en la radio y lo que su esposa le lee de los periódicos y revistas que reciben o les prestan.

Difícilmente sale de casa porque no sabe andar solo con su bastón; le da miedo perderse o caerse.

La diabetes le va ganando terreno a pesar de que él es muy cuidadoso de lo que come y bebe, y su presión arterial le ha dado varios sustos.

Los médicos le han recomendado dejar de fumar; sobre todo, el angiólogo. A pesar de ello, Domingo continúa fumando dos pipas al día.

– Ya le bajé, compadre, que no diga el doctor que no le hago caso. –Me dice Domingo cuando habla del asunto.

Él extraña mucho a Hugo, su “hermano menor” y compañero de juergas; le duele no poder ver, lo desespera tanto que, a veces, ha llorado de rabia, de impotencia.

Pero su familia que lo quiere tanto se ha encargado de acompañarlo, de llevarlo a donde deba ir, a algún restaurante dos veces por semana, a las playas de Veracruz para sentir y oler el mar y la arena. Solo no está, ni abandonado lo tienen, ni le critican o le impiden fumar sus dos pipas por día.

Roberto, el más grande de sus nietos, le ayuda a limpiar sus pipas cada fin de semana. Limpia las pipas con tal destreza, que las deja impecables y brillantes.

Me decía Domingo que Roberto heredaría sus pipas a pesar de que no fuma porque las trata con tanto cuidado, que no hay nadie mejor para conservarlas. Sin embargo, el año pasado me dijo que las va a vender a un fumador, porque las pipas deben usarse.

– ¿Tú querrías quedarte con mis pipas? –Me preguntó una vez.
– Sería un honor, pero valdría la pena que también otros amigos gozaran de la misma distinción. –Le respondí.
­– ¡Ni madres, compadre; mis pipas siempre estarán juntas, con una sola persona! –Exclamó algo alterado.

Cambiamos el tema de conversación.

No sé por qué hay fumadores que consideran a sus pipas como seres vivos que necesitan cuidado y afecto; hay quienes les profesan cuidados en extremo; también hay quienes las consideran bellos objetos decorativos, dignos de admiración.

La pipa es un simple objeto para fumar que para muchos fumadores ha adquirido poderes casi sobrenaturales, como un fetiche; es un pasadizo secreto que sólo al fumador de pipa se le abre en su camino hacia el disfrute de su tabaco, es como una mujer amada que requiere mimos especiales porque así brinda más placer, o es un signo de distinción. Lo que “era” una pipa es algo más que una pipa, mucho más.

– La pipa la disfrutas desde que la miras; luego, cuando la tomas en la mano; después, cuando fumas en ella y, por último, cuando la limpias. Con los cuidados pertinentes la pipa dura muchísimo años y cada vez que la usas te brinda lo mejor de sí, y cada vez es mejor. Por eso yo las cuido tanto… Y el estúpido de Hugo no hizo por venderlas o regalarlas y su viuda las tiró a la basura. ¡Cuando me enteré de eso me dio tanto coraje! Yo no quiero que mis pipas acaben así. –Dice Domingo cuando hablamos del asunto.

Y es que Domingo tiene pipas muy hermosas y finas, que hoy, seguramente, muchas de ellas han de valer una barbaridad. Hablo de antiguas Dunhill, Barling, Charatan, Sasieni y Comoy.

Comprar cada pipa, incluso en los años en que empezó a comprarlas, era un sacrificio para un técnico mecánico de salario medio-bajo como él, por eso comprendo que las cuide tanto. Debido a la cantidad de pipas que fumaba por día, aprendió que era mejor tener más pipas para dejarlas descansar más tiempo entre fumada y fumada, por eso adquirió treinta y cinco pipas.

Treinta y cinco pipas que, espero falte mucho para ello, pasarán a otras manos, y cuando Domingo las entregue su corazón se acongojará tanto que, quizá, estando a solas, llorará, no sé si mucho o poco, por deshacerse de objetos tan apreciados por él; pero, es posible que su corazón le haga actuar diferente y saltará de alegría por haber hecho feliz a un fumador de pipa que sabrá cuidarlas, las fumará con tanto gusto como él y lo recordará cada vez que lo haga, o lo recordará algunas veces.

Cuando falleció Hugo, Domingo andaba de paseo con uno de sus hijos, fuera de Jalapa. Le llamó a su celular el hijo de un amigo para darle la triste noticia.

Domingo suspendió el paseo, regresó a Jalapa, asistió al velorio de su amigo y estando en éste hizo una fumada lenta para despedirlo como se merecía; acompañó a la familia del difunto todo el tiempo: al entierro del cuerpo de Hugo, a las misas del novenario y a los rezos de rosarios que la viuda organizó en su casa, y cada vez que iba a esa casa llevaba galletas, café, tortas, té o refrescos. Era lo menos de debía hacer para la familia de su querido amigo.

Durante treinta días posteriores al fallecimiento de Hugo, a las cinco de la tarde, Domingo fumaba una pipa en recuerdo de su amigo, y mientras fumaba lo recordaba en sus mejores momentos, las aventuras que tuvo con él, los chistes que contaba, las bromas que hacía y demás.

Esta pipa, que honraba la amistad que sostuvo con su amigo tantos años, la fumaba en un parque, sentado en una banca, frente de una fuente. En ese parque Hugo aprendió a andar en bicicleta, a fumar pipa, a enamorar a las novias, a tocar guitarra, a cantar, a convivir y bromear con los amigos. Era el segundo hogar de Hugo; quizá su primer y único hogar, pues aunque dormía y comía en su casa, sus padres no fueron buenos con él ni con ninguno de sus hermanos, así que apenas consiguió trabajo se salió de ahí y raras veces volvió a saludar a sus padres.

Me comentó Domingo que él pensaba que Hugo no fue al velorio de sus padres.

Amigos comunes me han platicado que ellos dos fumaban la pipa con tanto encanto, que verlos fumar era como mirar una buena película, y sí, he visto a Domingo fumar la pipa en muchas ocasiones, con tal gusto y natural estilo que se antoja fumar con él.

Para Hugo, la pipa eran dos o tres momentos de disfrute en su día a día; para Domingo, la pipa es parte de su vida. El primero partió de este mundo sin preocupación por sus pipas; al dejar de fumar se olvidó de ellas; el segundo, quiere colocar sus pipas en buenas manos antes de partir.

Dos personas, dos hábitos y dos estilos para con la misma afición.

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