sábado, 26 de enero de 2013

Esteban, el de las serenatas


Esteban vive de su oficio como cantor y toca la guitarra como un maestro.

De martes a sábado acude a las cantinas a ofrecer sus servicios a los borrachines, quienes después de tres o cuatro tragos se ponen nostálgicos y piden sus servicios.

Sabe tangos, boleros, rancheras, norteñas, pasos dobles, huapangos y sones veracruzanos.

Su timbre es grave y su voz ronca, pero es entonado y pone mucho amor a su trabajo.

En Fortín, Veracruz, es famoso porque es ideal para las serenatas: a las novias por conquistar o esposas desairadas por convencer de la santidad del marido y de que todo lo que hizo nada tiene que ver con el amor de su señora, la primera y única entre todas, porque casi siempre hay más de una.

Él no toma bebidas alcohólicas ni fuma cigarrillos; fuma en pipa un tabaco que es mezcla de dos variedades de virginia, en las tres pipas que tiene y todos los días, antes de empezar a trabajar, como a eso de las dos, enciende su pipa y ensaya las nuevas canciones de su repertorio.

De cinco de la tarde a once de la noche va de cantina en cantina ofreciendo sus servicios para el corazón de los peregrinos que llegan a esos lugares a sanear su alma echando pestes de la vida, las mujeres, los jefes, los "cuates", lo mal que juega la selección mexicana de fútbol o algún equipo nacional, lo caro de la vida y de que sólo alcanza para echarse unos tragos de vez en vez, cuando los "hombres", dicen ellos en general, deberían "tener" para todos los días.

Para no llegar a casa solos y borrachos, no hay mejor remedio para tranquilizar a "la vieja" que llevarle serenata. Con que le avienten unas canciones de Agustín Lara, Pedro Infante o un bolero romántico, con la bella y apasionada voz de Esteban, las viejas perdonan casi todo, excepto que lleguen así: cayéndose de borrachos y sin dinero.

Pero esto no le afecta a Esteban, que de pilón defiende a sus clientes diciéndole a las esposas: "Ya, seño, no ve que se siente mal, que vino a ofrecer sus disculpas y brindarle su amor... No se ensañe con el pobre, que apenas y puede caminar."

Habiendo acabado con la jornada, alegrado y defendido a sus clientes, va a su casa a descansar: se coloca el pijama, se acuesta en la cama, prende el televisor, carga y enciende su pipa y en cosa de 40 minutos se encuentra roncando.

Él quiso ser artista famoso; pudo serlo; pero en su juventud el alcohol y las drogas acabaron con sus ilusiones, y tuvo enormes decepciones amorosas que lo tumbaron meses bajo el refugio del alcohol.

A los cincuenta y cinco años de edad dejó de tomar... Desde entonces, lleva veintidós años como cantor y muchos matrimonios salvados.

Ahora, con esa voz ronca y áspera y con su vieja y maltratada guitarra se gana la vida; vive solo; le quedan pocos años por vivir debido a una enfermedad degenerativa que lo está acabando rápidamente... pero él no se desanima porque todos los días debe aprender nuevas canciones, recorrer sus acostumbradas cantinas, conquistar el perdón de las esposas y fumar su apreciado tabaco en sus queridas pipas.

La vida es sencilla, me comentó la última vez que hablé con él, hace más de un mes, nosotros somos los que la complicamos.

Esteban, el de las serenatas, vive para los únicos momentos suyos donde únicamente está él con su pipa.

Triste vida para un ser con tantos deseos de alegrar a las personas.

Cuando parta de este mundo muchos lo extrañarán; yo lo extrañaré.

Recordándolo hoy quise contarles este triste relato porque estoy fumando el sencillo tabaco que él fuma y del que me regaló un poco, escuchando canciones que él canta y pensando que no ha habido un mejor campeón que él para ablandar el corazón de las esposas de los borrachines.

- - -
Veracruz, tierra de mis amores, ya no contará con Esteban para cuando algún día llegue a publicar su historia... Me siento triste.

No hay comentarios:

Publicar un comentario