sábado, 26 de enero de 2013

Hoy como en los viejos tiempos


La barca llegó a la orilla a recoger pasajeros para llevar al otro extremo del río Papaloapan: caudaloso, profundo, de aguas a veces azules, a veces grisáceas, y con olas plateadas. Casimiro, dueño de la barca, transporta personas, carga general y antes llevaba y traía el correo postal. Fuma pipa todo el día, desde que se despierta para tomar café hasta que se acuesta después de tomar café. Fuma lo que hay, lo que puede conseguir por esas tierras prácticamente inaccesibles si no fuera por el río. Él se elabora su propia mixtura: compra tabaco rubio y tabaco negro; los pica finamente; mezcla 70% del primero con 30% del segundo, que guarda apretaditos en un cajón de cedro blanco por 12 meses, para luego pasarlos a un gran vitrolero (gran frasco de cristal) de donde toma para su consumo diario de 25 a 30 gramos. Tiene cuatro pipas y las cuatro las fuma dos veces por día. Cada cierto número de años, cinco o seis, quizá más, quizá menos, cambia de pipas pues no les da mantenimiento alguno y terminan totalmente carbonizadas en el fondo del río Papaloapan. Las pipas las compra en la Ciudad de Veracruz o en San Andrés Tuxtla.

Casimiro no sabe de pipas más que se usan para fumar tabaco; de éste sabe que se fuma y que mientras más lento lo fume mejor le sabe; que fumarlo mientras toma café o aguardiente el tabaco, el café y el aguardiente le saben muy bien.

Nunca se ha emborrachado o, mejor dicho, nunca ha perdido la memoria, el juicio, la habilidad motriz y agilidad de pensamiento, porque sólo toma cuatro tragos de aguardiente al día: cuando sale a trabajar, antes de comer, cuando regresa de trabajar y antes de dormir.

Las más de las veces come pescado, arroz blanco, frutas y verduras de la región, frijoles y tortillas. Raras veces come pan, carne roja, aves, pastas y tantos más alimentos.

Su esposa, con quien ha estado casado cuarenta y tres años,, hace maravillas con tan limitados recursos que Casimiro aporta a la casa.

Sus hijos al ser mayores de edad no lo pensaron más, se alejaron de su casa.

Pero Casimiro y su mujer son felices y alegres. Van a los bailes de las iglesias, bodas, bautizos y demás, para charlar, bailar, comer y fumar, porque he de decirles que la mujer de Casimiro también fuma pipa, pero sólo lo hace en las reuniones, porque el tabaco le proporciona un buen estado de ánimo para gozar del momento y aguantar para ser los últimos en partir.

Para Casimiro, tanto como para su esposa, la pipa es una propiedad más de sus personas, como sus vestidos o zapatos. No tienen más importancia que la lámpara que los alumbra por las noches oscuras y densas.

Ambos empezaron a fumar de jovencitos: Casimiro a los 12; su esposa a los quince. Pero desde que Casimiro empezó a fumar fumó más de una pipa por día; su esposa sólo fuma en las fiestas y bailes.

Si los invitáramos a platicar de pipas y tabacos en este grupo se sorprenderían de las tantas cosas que hablamos sobre algo tan simple como la pipa y el tabaco.

Una vez que fui a verlo le llevé una hermosa pipa que perteneció a mi abuelo, pues le prometí mostrársela. ¿Saben qué me dijo? ... "A cualquiera de mis pipas le cabe más tabaco que a ésa".

Mi paisano es sabio porque no se complica la vida y su gusto por fumar tabaco es el gusto más simple que puede haber, tan simple como tomar agua.

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